Miguelina Soler le dijo a su marido: Cómprame mi vuelo y dame dinero que me voy con mi muchacha para Santo Domingo. Crismeili, su hija, padece de trastorno del espectro autista.
En Providence, EE.UU. le ponían el tratamiento en China. “Allá, cuenta, no había cariño; no se le daba amor”. Por cualquier cosita había que juntar un dinero. Y, ella y su marido, migrantes de primera generación, estaban desamparados. “Salí llorando”.
Así que, poco después, Crismeily ingresaba al CAID (Centro de Atención Integral para la Discapacidad) para recibir terapia.
El CAID es mejor que cualquier centro privado. Es una iniciativa de Cándida Montilla, psicóloga, esposa del presidente de la República. Su despacho gestiona este centro modélico (han venido de otros países a conocerlo).
Espacio íntegro para el cuidado, educación, rehabilitación y atención de los niños y niñas con habilidades diferentes, el CAID los acompaña en el proceso de crecimiento y tratamiento, tanto en el espacio cognitivo y físico, como emocional, creativo y de relación con su entorno.
Acostumbrada a desastrosas condiciones hospitalarias públicas y clínicas privadas en nuestro país (hasta que llegó Danilo y comenzó a cambiar), Miguelina no podía creer que tanta belleza, equipamiento y atención profesional en el CAID fuese en su país, República Dominicana.
Supo así que su decisión de arrancar para acá no pudo haber sido más correcta y oportuna.
Ahora, para mayor comodidad y ahorro de las familias cuyos hijos son atendidos en el CAID, tienen transporte gratis.
Con cercanía, frugalidad y amor a nuestro prójimo construimos Patria con y para nuestros conciudadanos con alguna discapacidad.
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