Cuando alguien quiere hacer saltar de su puesto a un funcionario público en la República Dominicana sólo debes auxiliarse de un equipo de periodistas para que desarrolle una campaña de descréditos en contra de X ministro.
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Lo triste del caso, es que los llamados lideres de opiniones (entre ellos políticos, religiosos, profesionales, sindicalistas y otros) al ser cuestionadas por esos periodistas emiten declaraciones de manera improvisadas sobre temas los cuales no conocen ha profundidad.
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Es digno de penas el funcionario público en contra de quien se desarrolle una campaña de descritos, sobre actos reales o inventados.
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Lo malo es que una gran parte de los ciudadanos se dejan utilizar y repiten en coro las acusaciones de las que son victimas esos funcionarios públicos.
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En este artículo no tengo que citar ejemplos de casos, porqué a su pensamiento de se seguro que les llegará uno.
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Cuando los funcionarios públicos dominicanos aprendan ha defender ante los tribunales de las falsas acusaciones, los abogados tendrán mucho trabajo y por supuestos se aclararán las acusaciones de corrupción en el Estado.
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La verdad es que para una persona aceptar un puesto de funcionario público debería ser alguien que tenga la sangre fría (o como dicen en el campo sangre de macos), para que puedas soportar todas las criticas en su contra que emiten los ciudadanos.
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Para que una institución marche bien y cumpla con su objetivo para el cual existe necesita que cada uno de sus integrantes desempeñe sus funciones, las cuales para su cumplimiento dependen de varios factores, entre ellos el dinero de que dispone la entidad para ofrecer su servicio.
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