En la única historia que creo de la República Dominicana es en la que he vivido después que tengo capacidad de discernimiento. Lamentablemente, en este país hay que ver para creer, debido a que hay manipulación de los hechos históricos, siempre para favorecer intereses individuales.
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De la época de Trujillo sólo creo en lo que me contó mi abuela, quien me dijo que en ese periodo histórico a los padres que no mandaban a sus hijos a las escuelas los apresaban. También me informó que las personas podían andar por las calles y campos a cualquier hora del día y la noche y no le pasaba nada.
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Mi madre me contó que cuando era niña viajaba con mi abuela en caballos desde la provincia de San Juan a la de Barahona.
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Escribo esto porque 50 años después del asesinato del dictador y ex -presidente de la República Dominicana, Rafael Leonidas Trujillo, todavía hay dominicanos que guardan rencor sobre los asuntos negativos que sucedieron en esa época. Quienes se mantienen recordando lo malo del pasado, caen en la depresión y lamentablemente no pueden ser felices en el presente.
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Creo en la democracia, por eso considero que impedir que en este país se construya un museo sobre la época de Trujillo es un atentado en contra de la libertad de expresión.
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Lo triste del caso es que entre las personas que se oponen a la construcción de ese museo, hay individuos que defienden la dictadura de los Castro en la vecina Isla de Cuba.
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A mi me gustaría ir a un lugar a ver objetos, y fotos de lo bueno y lo malo de la dictadura de Trujillo.
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Solo el hecho de querer callar una opinión impide a la rasa humana la oportunidad de cambiar el error por la verdad.
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